lunes, noviembre 29, 2004

LA ZONA FANTASMA. 28 de noviembre de 2004. Páginas que no pasan

En otra ocasión hablé aquí de la exasperada impaciencia de nuestra época, que lleva a considerar "antiguo", o "pasado", cuanto ha sucedido y hasta sucede, de manera que las cosas (se ve en las novedades artísticas: las películas, los libros, los discos), sólo por ya existir, se empiezan a juzgar pretéritas. En 2005, por ejemplo, se conmemoran el cuarto centenario de la publicación del Quijote y el segundo de la batalla de Trafalgar, pero, sin salir aún del 2004, tenemos la sensación de estar saturados respecto a ambos aniversarios, de modo que cuando por fin llegue la fecha, todo nos resultará redundante, pelmazo y anticuado. ¿Otra vez? ¿Más de esto? ¿No les basta?, serán nuestras reacciones. Que las celebraciones de una fecha se adelanten disparatadamente a la fecha celebrada obedece en parte, supongo, a esa conciencia, inducida y falsa, de que lo que ya es y ha llegado, en realidad ya fue y se ha ido. Cualquier cosa, por el mero hecho de ser presente, es ya pasado.

A gente tan aprovechada como suelen ser los políticos, la perversión del tiempo que padecemos no podía pasarle inadvertida, y les tocaba sacar tajada. El fenómeno es universal, pero unos tienen mayor cinismo que otros, y en España se lleva la palma el Partido Popular, para variar. Cada dos por tres oímos a sus dirigentes referirse a la Guerra de Irak en que nos metió arbitraria y personalmente Aznar, o a la catástrofe del Prestige, o a las sombrías negligencias gubernamentales en lo relativo al accidente del Yak que mató a sesenta soldados, como al "pasado". No lo remuevan más, vienen a decirnos, a qué ocuparse ahora de esos asuntos "remotos". O "Hay que pasar página', esa insoportable y estúpida frase acuñada por Aznar -creo-, como si pasar la página de un libro supusiera olvidar al instante lo leído en la anterior: así le cunden sus lecturas. Huelga añadir, además, que pasados mucho más pasados, como el GAL, no tienen inconveniente en traerlos a colación cuando les favorece. Pero no son los únicos: lo mismo Bush que los europeos que se le opusieron ante la invasión de Irak (o que no lo secundaron, más bien) hablan a menudo de "dejar atrás las diferencias pasadas".

¿Qué significa toda esta manipulación? Cierto que ninguna ciencia ha establecido de manera nítida e incontrovertible las fronteras del pasado, el presente y el futuro, y que se podría admitir que el presente, de tan breve, sensu stricto no existe –un segundo, una fracción, una milésima; y en seguida es ya pasado-, y que, así, todo sería, o bien pasado, o bien futuro. Pero la verdad es que, más allá de eso, la tendencia de la humanidad ha sido siempre la contraria, esto es, creer que lo único que de veras existe es el presente: entendido, eso sí, en un sentido lato, relativo y amplio, con alguna duración. Así llevamos funcionando demasiados siglos para que esa percepción del tiempo sea abolida de golpe por las impaciencias "sociales" y por las interesadas palabras de los poderosos. Lo que estos últimos individuos tratan de hacer colar es en realidad la idea de que todo prescribe instantáneamente ... siempre y cuando les convenga a ellos. ¿Que lo del Prestige fue peor de lo que pudo ser por la incompetencia de los ministros Cascos y Rajoy? Nada, eso es pasado. ¿Que todos los despropósitos del Yak y la posterior y dolosa chapuza con la identificación de los cuerpos se debieron a la frivolidad de Trillo y a la tacañería de Aznar? No me vengan con historias antediluvianas. ¿Que la participación de España en la Guerra de Irak fue una despreciativa tozudez de Aznar, en contra de la mayoría de los españoles, y además un error, y además una decisión sustentada sólo por mentiras? Déjense de eso, la actualidad manda.

Nada de esto ocurrió hace quince ni diez, ni siquiera cinco años, sino hace dos o menos. Esa Guerra continúa, los restos del petrolero persisten, muchas víctimas del avión no descansan aún en paz y seguramente habrá que exhumarlas. Pese a la tendencia que mencioné al principio, y a la desmemoria general, las cosas no prescriben ni se olvidan tan fácilmente, aunque ya no sean "novedad". ¿Cree el PP que si los responsables del PSOE en la época del GAL siguieran al mando visible, su partido habría sido votado como lo fue el 14 de marzo? ¿Y cree que mientras a su propio frente continúen Rajoy, Acebes, Zaplana y otros-y Aznar suelte deslealtades en un inglés prehumano y con acento equivalente al que tenían en español Laurel y Hardy cuando se doblaban-, cree que la gente lo votará de nuevo, incondicionales aparte? Hay una imagen, como mínimo, que no prescribirá en mucho tiempo: la del actual PP en pleno ovacionando, de pie y con una sonrisa en los labios, su decisión de que nuestro país apoyara y participara nada menos que en una guerra. Que además era ilegal, injusta e innecesaria, y también falaz. Que a los norteamericanos les haya dado eso lo mismo no significa que suceda otro tanto con los españoles. Quienes son los únicos, dicho sea de paso, que pueden volver a votar al PP en todo el mundo.

Javier Marías

El País Semanal, 28 de noviembre de 2004