sábado, octubre 08, 2005

Fulgor y espejismo de Madrid

Javier Marías comenzó su colaboración semanal en el dominical de El País en febrero del 2003. Nacido en Madrid en 1951, novelista precoz a los 19 años y traductor premiado por su Sterne en 1978, alcanza su notoriedad máxima con Corazón tan blanco, 1992, convertido en best-seller en Alemania en 1996, a sus 45 años. Su aterrizaje dominical hace más de dos años en su propia ciudad nos revela aspectos nuevos, como si ahora hiciese calas en profundidad, convertido en cronista brioso y zumbón, nieto rezagado de Larra, desde su atalaya en el Madrid de los Austrias.

En “Añoranza del triclinio”, evoca la Roma de Plinio y Juvenal, para reflejar el actual circo de los premios literarios, la plaga de novelistas de pega y hemingways de telediario. Podría decirse que sus imitadores, hoy por hoy, son legión, take the words and run. Su pasión o entusiasmo por Madrid le trae de calle, le pone literalmente enfermo. ¿Se trata de una pose o realmente el Madrid del 2000 es un Beirut-Sarajevo del Manzanares?

El oficio de oír llover recoge los artículos publicados en El País Semanal, la tribuna más cotizada de la prensa española. Quizá lo más sorprendente de este tomo es la constatación de cómo ha cambiado el mundo en cuatro días. Ni Francia es ya Francia, ni Inglaterra es ya Inglaterra. Occidente es tal vez una voluta de humo. ¿Vivimos en un perenne espejismo, Europa es papel mojado? El autor no hace sociología barata, sino que se limita a constatar, domingo tras domingo, la sigilosa aniquilación del mundo. ¿Exagero? Lean el libro. Por fortuna, no todos los artículos versan sobre presidentes en permanente estado de shock político, sino que JM nos deleita con piezas de excelente humor y tema no indigesto para el sagrado desayuno del domingo. Ahí está la visita a la casa de Sterne en Coxwold de York, la conmovedora “El amigo niño”, la risa pirata de Savater, el deje tolejdano de Bono, las ancianas faulknerianas, la Viena de Schubert, la lectura de Sebald en un viaje de tren.

El Madrid de su niñez tenía vaquerías en Chamberí y goles europeos en Chamartín; el de su mocedad era el Madrid ilustrado de Juan Benet y Vicente Aleixandre, de cuya ausencia no se consuela. Azorín prologó el único libro de su madre, alumna de Ortega. Dedica un emotivo artículo al 90 cumpleaños paterno. Cómo entender que en treinta años de democracia no haya recibido el Premio Nacional de Ensayo, otorgado cada año “casi al primero que pasa”.

El Madrid actual es una librería de la Calle Mayor y un amigo de colegio, un café de la calle Reina donde aparece Almodóvar y una actriz germana de Fassbinder. Su casa linda con la de Calderón y no dista mucho del café valleinclaniano de Luces de Bohemia.

Donde todo ha sucedido
, recopila sus artículos de cine. Desde su primera novela cinéfila, Los dominios del lobo, escrita casi entre el patio de colegio y la Cinemateca de París, el cine ha sido una pasión constante. Aquí está todo el Javier Marías cinéfilo, desde “El siglo de Ford” hasta su fervor por Mankiewicz o Jean Renoir. Miguel Marías firma el excelente prólogo.

CÉSAR PÉREZ GRACIA

Heraldo de Aragón, Artes & Letras
, 6 de octubre de 2005