jueves, enero 12, 2006

Ride si sapis

No son muchos los que saben que en España hay, al menos, dos monarcas en legítimo ejercicio de su reinado. El primero de ellos es Don Juan Carlos de Borbón, y reina como Juan Carlos I de España, y el segundo está coronado como Xavier I de Redonda, aunque su nombre real es Javier Marías.

El novelista español heredó su trono en 1997 de manos del también escritor Jon Wynne-Tyson, que reinó como Juan II y recibió el legado de John Gawsworth -Juan I-. Este último fue coronado tras la abdicación de M. P. Shiel, el primer monarca de Redonda, que pasó a la historia con el nombre de Felipe II y lo fue por el capricho de su padre, un adinerado comerciante que compró el territorio y se empecinó en que su hijo fuera Rey. Cabe aclarar que Redonda es un islote del Pacífico que Gran Bretaña se anexionó en la época colonial, a pesar de tener menos de tres kilómetros cuadrados y ningún ciudadano conocido.

Haciendo caso omiso a la propiedad del padre de Shiel, los ingleses no devolvieron la isla, aunque permitieron el nombramiento del Rey, siempre que su figura «careciera de contenido». Javier Marías acostumbra a decir que el título «es sólo aire y humo y polvo», lo que ha permitido que reinar en ese territorio se convierta en un divertimento literario entre escritores y destacadas figuras de la cultura mundial. De ese modo, cada uno de los monarcas, que sólo están obligados a velar por la memoria literaria de sus predecesores y ser sus albaceas literarios, nombra su propia corte o «nobleza intelectual». Gracias a ese privilegio, fueron Duques de Redonda Henry Miller, Lawrence Durrell o Dylan Thomas. O los designados por Xavier I, entre los que destacan los duques de Trémula (Pedro Almodóvar), de Megalópolis (Ford Coppola), de Caronte (Savater) o de Malmundo (Luis Antonio de Villena). Una aristocracia literaria singular y divertida, que acepta el nombramiento y jura cumplir el lema de Redonda, Ride si sapis, Ríe si sabes -pero sólo si sabes, matiza Marías-. Qué bien nos iría si cundiera el ejemplo.

VÍCTOR CHARNECO

Abc, Valencia, 10 de enero de 2006