martes, octubre 28, 2008

Javier Marías: «Todos sabemos el nombre de aquellos que nos delatarían si hubiera una guerra»

[Foto: Vicente Vicens]

Tiene aspecto de hombre tranquilo, gestos pausados y reflexivos; ojos vigilantes, claros, ojos de cinéfilo. No tiene ordenador, tampoco móvil, y se considera «un poco chinche». Para él una novela es un artefacto «capaz de crear un estado de ánimo en el lector». Fabricante de inquietudes: Javier Marías. Abrió ayer el ciclo Diálogos literarios que coordina el profesor José María Pozuelo Yvancos, dentro de la Semana Grande de Cajamurcia.

Durante ocho años, Javier Marías se ha embarcado en una empresa ambiciosa: Tu rostro mañana, una trilogía que cerró el año pasado con Veneno y sombra y adiós. El miedo, la violencia, el amor, la traición, los secretos, el poder (y sus sumideros), el tiempo, la insatisfacción, la memoria y el olvido son algunas de las constantes que palpitan en esa larga novela. Cree el académico Javier Marías en el «elegante y pudoroso disfraz de la invención» y afirma que «la realidad es una novelista pésima». «En ocasiones hay que deja fuera de la novela lo que es verdad para que el conjunto resulte creíble», asevera. Aspira a hablar en sus narraciones «de cómo somos y nos portamos».

Y, ¿qué le sigue sorprendiendo a Javier Marías? «La desfachatez y la cara dura de los políticos. Escuchar a Berlusconi, por ejemplo. Uno cree que ha oído ya todo, pero él siempre se supera. Comparado con ese cinismo establecido, la hipocresía no está tan mal del todo; al menos un hipócrita es consciente de que hay algo que debe ocultar».

¿Qué le da miedo? «Este es un país en el que uno entiende que ocurriese una guerra civil. Tras la muerte de Franco hubo una convicción general de que aquello no podría volver a pasar y un cierto estupor por que hubiese ocurrido. Yo no creo que vuelva a suceder, pero, cualquiera, se dedique a lo que se dedique, en el ámbito público o privado, podría pensar, en una situación así, en la que se producen muchas venganzas, quiénes vendrían a por él. Y casi todos tendríamos una lista con los candidatos a ser esos posibles delatores. Éste es un país raro y un país como este da un poco de miedo. Siempre ha sido un país muy cainita, muy vehemente y excesivamente intolerante con lo que no gusta. Al tipo que cae mal, a la gente le dan ganas de acogotarlo en vez de, simplemente, no tratar con él».

Nadie conoce bien su rostro de hoy y mucho menos el de mañana.... Somos seres en cambio permanente. Javier Marías ha construido una historia, inquietante historia, de espías de lo cotidiano. En la solapa izquierda de su chaqueta, negra, luce un alfiler de corbata de mediados del XIX con el reconocible rostro de Shakespeare. Lo compró en una subasta londinense y su anterior dueño había sido el actor Robert Donat (protagonista de Los 39 escalones, de Alfred Hitchcock, y de Adiós Mr. Chips, película por la que le dieron un Oscar). Javier Marías guarda una relación muy especial con algunos objetos. «Dado que, en mi ya larga trayectoria como escritor puesto que se han cumplido 37 años de la publicación de mi primera novela, y por fin he logrado dejar de ser una joven promesa, siempre me han acusado de extranjerizante, me hace gracia llevar a Shakespeare en la solapa, aunque, claro, Shakespeare ya no es extranjero en ningún lugar».

Los soplones

Habla de azar, muy presente en sus novelas «de la misma forma que está muy presente en la vida». «Yo no busco temas, hablo de lo que me preocupa y me interesa», explica. La delación es uno de esos argumentos literarios de Tu rostro mañana. Un chivatazo que le lleva a hablar sobre el caso Kundera (el escritor checo ha sido acusado de delación durante en régimen comunista). «Quizá nunca sepamos si lo de Kundera es verdad, pero la delación es una de las actitudes más bajas y ruines que puede hacer el ser humano..., tanto me repugna que en ocasiones me pregunto si denunciaría a la policía un hecho delictivo del que tuviera conocimiento. Lo haría, casi seguro, pero sentiría un cierto rechazo, una extraña resistencia a dar un soplo. El soplón es peor que el asesino. Quien mata se encarga de llevar a cabo su cometido, el delator busca a un tercero para que lo haga por él. En el caso de Milan Kundera confío en que esa historia no sea cierta», argumenta Marías.

En Tu rostro mañana también hay un caso de delación tomado de la realidad. A su padre le delató su mejor amigo en el año 39. «No es un ajuste de cuentas. Yo le dí a leer esa parte a mi padre y aparentemente le gusto mucho. Pero me dijo que él nunca había dado los nombres de quienes le denunciaron. Y yo tampoco lo hago en realidad, yo hablo de lo que le ocurre a Juan Deza en una ficción con el nombre aproximado de un delator», explica.

Fosas abiertas

Su novela serpentea también, entre otros desasosiegos, en la necesidad de la memoria y el olvido. ¿Qué opina Javier Marías de la iniciativa del juez Garzón de abrir la fosa de García Lorca?

«Es respetable que haya gente que quiera honrar los restos de sus familiares..., yo no lo entiendo mucho porque me parece una actitud sumamente religiosa en personas que, se supone, no serán particularmente religiosas..., aunque mi padre fue republicano y siempre fue religioso. Siento cierto rechazo a mover a los muertos, la gente supone los deseos de los huesos de alguien que ha fallecido hace 70 años. Creo que en todo esto hay un contagio artificial de ese tipo de frases como “el largo suplicio que llevan padeciendo los familiares” ¿Qué suplicio?», argumenta. «En el caso de Lorca, me parece muy sospechosa la prisa que les ha entrado a algunos con abrir esa fosa», añade.

Somos ciudadanos vigilados..., no podemos escapar..., ¿qué hacer? Para Marías es algo que «no tiene marcha atrás». «Hace veinte años era impensable que llegara un día con miles de cámaras en calles, tiendas y supermercados... No tengo móvil, no tengo ordenador, no uso e-mails..., tomo mis medidas. Pero lo más atroz es que la gente parece aceptar con tranquilidad esa vigilancia por esa cosa maldita de la seguridad. El otro día escuche a una monja que decía que le parecía muy bien esa nueva máquina que te desnuda en los aeropuertos... ¿en fin!».

¿Le parecen malos tiempos estos tiempos a Javier Marías? «Hay aspectos extraordinarios, pero es un tiempo en el que se piensa cada vez menos y cada vez piensa más la época por nosotros. Goebbels sería feliz de ver la actual fuerza avasalladora de la propaganda y los medios de comunicación. Vivimos una época tonta, especialmente estúpida y con una enorme pereza mental en gran parte de la gente; y eso sí me parece muy grave porque no tiene casi vuelta de hoja y será muy difícil recuperar una cierta conciencia crítica», subraya.

Pero siempre, dice, optimista, hay que pensar «que todo son ciclos». «Pero según uno va cumpliendo años se comienza a preguntar si llegará a ver ese cambio..., yo, sinceramente, creo que no llegaré a contemplarlo».

Contra los cursis

Pero si algo detesta y le deja estupefacto es la cursilería. «Incluso hay escritores, que se supone que deberían tener cierto nivel que hablan del “niño que todos llevamos dentro”... ¡Vaya tontería! No soporto que alguien diga o escriba que todos somos algo: inmigrantes, Lorca, negros, víctimas..., una insoportable forma de banalización». En su ránking de estupideces actuales no podía faltar la enseñanza en inglés de Educación para la Ciudadanía en la Comunidad Valenciana. «Un ejemplo de sandez de estos tiempos», asevera.

No se considera un escritor «muy profesional», por que a él le gusta escribir, «al contrario de otros novelistas, algunos de ellos muy jóvenes, que quieren ser escritores, pero a quienes no les gusta escribir». Tampoco se siente muy gremial: «Te invitan para una feria del libro con otros 126 escritores..., lo único que se me ocurre decir es ¿qué pesadilla!».


«Un escritor sabe más que sus críticos casi siempre»

Defiende la gran virtud del pensamiento literario: «La capacidad de aceptar las contradicciones». Javier Marías asegura que los artículos de prensa en España «sirven de consuelo momentáneo a quienes celebran que se diga algo determinado..., pero no van más allá y desde luego no sirven para cambiar las cosas». «Tengo la sensación de que los políticos ya no escuchan nada y a los articulistas, en ocasiones, nos asalta una presentimiento de inutilidad», añade.

«La verdad es que no aprendo mucho de quienes me alaban ni de quienes me critican. Un autor veterano como yo, que no es un mero narrrador instintivo, sabe, casi siempre, más que ellos. Puede sonar pretencioso, pero es la realidad», asevera. «En ocasiones a mis libros les han hecho críticas elogiosas, lo que siempre es de agradecer, por razones totalmente equivocadas», añade el autor de Corazón tan blanco. «Hay autores que están muy convencidos de su importancia..., yo no, yo soy muy inseguro; corrijo, corrijo y corrijo», argumenta.

Tras los ocho años -«escribir no es agotador, es difícil»- dedicados a Tu rostro mañana ha comenzado a «escribir algo que no sé si será o no será..., pero será, seguramente breve». En esta ocasión se saltó su fecha fetiche (3 de septiembre, el cumpleaños de una antigua amiga) y se enfrentó el pasado 25 de julio a la primera página.

GONTZAL DÍEZ

La Verdad de Murcia
, 28 de octubre de 2008