fotos: cortesía del Círculo de Bellas Artes y Alfaguara

Complicidad y humor entre un cineasta y un escritor


La complicidad entre el escritor Javier Marías y el director de cine Agustín Díaz Yanes, y el brillante sentido del humor del primero, acapararon ayer la atención de las cerca de las 400 personas que acudieron al Círculo de Bellas Artes de Madrid para escuchar a ambos dialogar sobre Baile y sueño, la nueva novela del escritor y segunda entrega -la primera fue Fiebre y lanza- de lo que inicialmente había previsto fuera la trilogía Tu rostro mañana. Escritor y cineasta hablaron sobre la violencia en el cine y en la literatura, y sobre la atracción que provoca en el espectador y en el lector, respectivamente. Disertaron sobre los elementos violentos que existen en la novela que comentaban y ambos llegaron a la conclusión de que a pesar de que no abunda la violencia, el relato de los hechos puede provocar un cierto desasosiego en el lector.

Noticia y crueldad

Ello dio pie a Marías para reflexionar sobre la violencia real y ficticia, sobre lo que vemos a diario en la televisión y cómo las imágenes se convierten en noticia por el mero hecho de su crueldad. "Nos hemos acostumbrado a la violencia real, uno ve lo que ocurre a miles de kilómetros del mundo en el salón de su casa y no siente lo mismo que si ese hecho lo estuviese presenciando en directo. Lo que me extraña es que no estemos todos un poco más locos".

Díaz Yanes intentó desvelar algunos aspectos importantes de la novela, intento que resultó fallido porque Marías prefirió que fuesen su lectores quienes descubriesen los elementos de intriga que contiene. El escritor explicó cómo llegó a este segundo volumen y cómo está dispuesto a escribir el tercero. "He creado un mundo en el que me siento cómodo. Todo está pensado y meditado, y a un escritor como yo nunca se le va de las manos una obra, se decide todo. Me parece una sandez que se diga que los personajes se apoderan del autor. Uno tiene una gran capacidad de improvisación con márgenes de libertad suficientes para saber dónde quiere ir y el recorrido que desea hacer".

Marías y Díaz Yanes, amigos desde sus años universitarios y fumadores empedernidos (pidieron un cenicero para poder fumar en la sala), divagaron sobre su pasión por el cine y por las películas que a ambos les gustan. El padrino, de Coppola, es una de sus favoritas. "Es una demostración de que segundas y terceras partes son buenas", dijo Marías. "Van a hacer una cuarta", le anunció Díaz Yanes. "Entonces tal vez me anime a escribir una cuarta o quinta entrega", apuntó con media sonrisa el escritor, y cambió sus lentillas por unas gafas de vista cansada para deleitar a sus lectores con algunos párrafos de su nueva obra.


AURORA INTXAUSTI
El País
16 de noviembre de 2004



Marías retuerce el tiempo de la novela


Una novela plegada a la aventura del lenguaje, llena de relatos largos sobre cosas pequeñas, digresiones y matices, ángulos, idas y vueltas que convierten al tiempo, la violencia y el miedo en los protagonistas. Guiños a Cervantes (la espada que se levanta y no vemos si termina de caer) en un universo demorado, que se asoma a las cosas que hacemos sin pensar. Baile y sueño (Alfaguara), la segunda parte de Tu rostro mañana, es la mirada de Javier Marías al "tiempo que no percibimos" y, a la vez, una defensa del poder del relato frente a la dictadura de la imagen. "Todo cabe en la novela", dijo ayer Marías, y más en esta gigantesca y troceada novela suya, de la que, según confiesa con humor, ya no sabe si tendrá tres partes o más.

Entre interrupciones y reflexiones, Marías (Madrid, 1951) sigue contando su historia sin peripecia y a la vez llena de ellas a través de la voz de Jacobo, Jaime o Jacques Deza, viejo amigo de Todas las almas, todavía separado de su mujer, Luisa, y de sus dos hijos, y de vuelta a Inglaterra (entonces Oxford, hoy Londres), donde trabaja como "traductor de vidas e intérprete de personas" (Deza adivina cómo serán los rostros mañana) para el MI6. Con estas 400 páginas nuevas, Marías suma ya 900 de Tu rostro mañana; por eso dijo ayer en el Círculo de Bellas Artes, durante una divertida rueda de prensa-río -celebrada bajo el ruido de las exasperantes obras madrileñas: "Averigüen qué pasa, algún chanchullo hay"- que sólo era una broma aquella primera frase de Fiebre y lanza: "No debería uno contar nunca nada".

Dejar espacio

Ahora, en ese mismo registro, Jacobo Deza empieza diciendo: "Ojalá nunca nadie nos pidiera nada, ni casi nos preguntara", y a continuación narra el recuerdo de una joven gitana, húngara, bosnia o rumana que pedía limosna con sus hijos en la puerta del supermercado madrileño donde compraba Luisa.

El poder de la palabra

Ese vivo recuerdo de Deza, que se despierta sudando, preguntándose por la joven y sus niños y añorando a la esposa que le animó a que se largara de casa, es un ejemplo bueno de la teoría de Marías sobre el inmenso poder de la palabra para sugerir sensaciones sobre, entre otras cosas importantes, el tiempo, la violencia, el miedo: "El relato de las cosas que nos cuentan perdura más que el de las imágenes que vemos. Somos espectadores acostumbrados a ver violencias ficticias, y a menudo esa violencia es sólo una coreografía, pero cada vez es más difícil distinguirla de la violencia real. Esa violencia cotidiana que vemos en televisión nos dicen que es real, pero no la vivimos como si lo fuera: nos horroriza sólo relativamente; y es lógico, si la viviéramos realmente saldríamos corriendo. De hecho, nos ponemos malos sólo por ver a dos tipos darse empellones en la calle".

Marías cree que vivimos la época "más violenta de la historia de la humanidad", que todos los días asistimos a "un horror distinto", que "lo meritorio es que no estemos más locos de lo que estamos". En parte es culpa de los medios, dice, y en parte lo soportamos por puro optimismo, que acude rápido a "decirnos que a nosotros no nos tocará la bomba, que nosotros no seremos uno de los cientos de muertos del fin de semana en las carreteras".

Un mundo que produce miedo y "una época chismosa, en la que cada vez hay menos prudencia y menos cautela al hablar, y en la que cada vez se habla peor, como se vio el otro día con ese patán que dijo que se metieran el indulto por donde les cupiera. ¿Y cómo se lo iban a meter si todavía no se lo habían ofrecido?".

Sacando un cigarrillo tras otro de la pitillera, Marías se pronunció contra la incontinencia verbal siendo consciente de la paradoja: "Sé que a algunos les puedo parecer un plasta, que me pueden tirar tomates, pero mi narrador tampoco lo cuenta todo, y lo cuenta a su manera, unas veces a su favor, otras tratando de quedar medio bien. Esas suelen ser las razones por las que se habla, pero siempre es mejor guardarse algo, aunque desde luego hay silencios inadmisibles".

Como le dice el padre de Deza a éste al recordar una atrocidad de la Guerra Civil, prosigue Marías, "muchas veces es peor el recuerdo de las cosas que nos cuentan que el de las que vemos. Las imágenes, por crueles que sean, podemos borrarlas; es más difícil olvidar la hondura de las palabras".

Casi todo lo que dijo fue una defensa más o menos explícita pero siempre apasionada de la novela, "un género de una flexibilidad enorme, que puede fagocitarlo todo e incorporarlo todo y que siempre ha incorporado cosas impropias: ensayo, reflexión, diálogos, realidad... Ahí cabe todo".

Lo mejor es disfrutarla como un proceso de averiguación: "No sé cómo acabará el tercer volumen todavía, si habrá un cuarto... A estas alturas, con dos tercios del total escritos, sueles saber bastante, pero prefiero no saber. Si supiera, me aburriría tanto que no podría escribir. Me gusta dejarme un margen de libertad para la improvisación, que haya inseguridad y zozobra".

Dejando claro que no trataba de compararse, Marías habló del Quijote, de Proust y de Guerra y Paz ("mundos donde instalarse que permitían el crecimiento de las personas") para explicar Tu rostro mañana. Y contó que debe a Juan Benet el tratamiento del tiempo, crucial en Baile y sueño, y que parte de una frase de su maestro: "El tiempo es la única dimensión en la que pueden comunicarse los vivos y los muertos": "Es una frase misteriosa que me animó a tratar de dilatar y expandir más el tiempo que en otras novelas. La novela es el género artístico que permite jugar más con el tiempo, hacer existente el tiempo que no existe, y el que no percibimos, y el que no da tiempo a que exista".

Un personaje de la novela levanta una espada amenazante. Como en el Quijote, la acción se detiene. "Y durante varias páginas se habla de la espada como arma anacrónica y de repetición. La idea es que el lector acepte ese tiempo, que suspenda su curiosidad, que le interese la reflexión tanto como la acción y que no diga: '¡Déjenos ya en paz, acabe ya esa escena!".


MIGUEL MORA
El País
16 de noviembre de 2004

 
Javier Marías indaga sobre el miedo y la violencia en la nueva entrega de su novela


Baile y sueño
, segunda entrega de Tu rostro mañana, continúa reflexionando sobre el paso del tiempo a través de la peripecia vital del agente secreto Deza y una técnica narrativa de dilatación

El escritor madrileño Javier Marías, una de las referencias más sólidas de la literatura española contemporánea, presentó ayer en Barcelona Baile y sueño (Alfaguara), segundo volumen de su kilométrica novela por entregas Tu rostro mañana (la primera parte, Fiebre y lanza, vio la luz en el 2002, y se espera una tercera parte).

¿Por qué Marías se empeña en fragmentar su obra y darla a conocer en dosis homeopáticas? Ayer confesó que una de las razones para ello fue personal: "Hay en la obra dos personajes que deben mucho a personas reales. Uno de ellos, mi padre (el filósofo Julián Marías), del que tomé prestadas sus experiencias al final de la guerra civil, cuando su mejor amigo le delató. El otro personaje es el hispanista Sir Peter Russell. Me pareció que, si no publicaba ya la primera parte, tal vez no pudieran ver la publicación del libro, que tanta ilusión les hacía. Debo decir que los dos siguen vivos, han cumplido 91 años e incluso su salud ha mejorado, pues a Russell acaban de devolverle el carnet de conducir. Acaso deba seguir escribiendo indefinidamente esta obra".

Lo que, en otro tipo de autores, supondría un fraude o una artimaña comercial, no resulta punible en Marías. Tal como él explicó, su idea de la novela es la de "un mundo en el que uno se puede instalar a vivir, donde no importa tanto lo que sucede o cómo acaba la historia, sino la frecuentación de un universo. Sucede así en Proust o Cervantes -ejemplos por los que pido disculpas-, es decir, don Quijote podría haber vivido en un tercer volumen".

En Baile y sueño, el protagonista vuelve a ser el espía español Jaime -o Jacobo o Jacques- Deza, que tiene la virtud de poder contemplar en qué se convertirán las personas con el tiempo. La obra explora, mucho más que en el primer volumen, la violencia y el miedo, que para Marías "es la mayor fuerza existente, y de él se puede sacar un gran partido. Si bien a veces nos paraliza, también nos conduce a acciones más allá de nuestras fuerzas". En esta segunda entrega, Marías profundiza en la "dilatación del tiempo", lo que "podría enervar a algún lector".

El autor de Corazón tan blanco quiso huir ayer de su imagen pública un tanto arrogante y aclaró que no lee las críticas de su libro "solamente en este caso, para que no me influyan, porque es un proyecto todavía en marcha" y que no menosprecia el éxito comercial de sus obras, "al contrario, me alegra, porque mis libros no son fáciles, y una venta media de 15.000 ejemplares sería ya muy buena, así que vender 100.000 no deja de sorprenderme".

Rechazó, asimismo, ser un escritor alineado políticamente y achacó sus críticas a Aznar y la guerra de Iraq a unas "circunstancias terribles" excepcionales. "De hecho, mi opinión era que había que escoger entre votar a quienes nos iban a propinar 98 patadas en vez de 100, pero no es que me agrade que me golpeen 98 veces".


XAVI AYÉN
La Vanguardia

19 de noviembre de 2004


Fernando Iwasaki y Javier Marías

Javier Marías: "Escribo con brújula y no con mapa, como hace la mayoría; si no, me aburro"


El escritor Javier Marías presentó anoche su último libro en el Aula de Cultura de ABC, de la mano de su colega y director de este foro, Fernando Iwasaki. Baile y Sueño (Alfaguara), es la segunda parte de Tu rostro mañana, cuya primera entrega publicó hace dos años y que se cerrará "previsiblemente" con un tercer volumen. Aunque declaró que detesta "los libros largos de autores contemporáneos", y que antes de sumergirse en la lectura de una obra larga de un contemporáneo suyo, prefiere releer el Quijote "o algunas de las novelas largas que aún no he leído de Dickens", Marías se ha enfrentado al reto indiscutible (que a su vez ha trasladado a sus muchos y fieles lectores) de escribir una novela tan larga y extensa que puede alcanzar las mil quinientas páginas.

La brújula y el mapa

Tal vez su forma de afrontar la creación literaria explique esta paradoja reconocida anoche por el propio autor ante la numerosa concurrencia que asistió a su charla-conferencia en un conocido hotel sevillano. "La mayoría de los escritores -dijo- escriben con un mapa: quiere decir que tienen ya en su cabeza casi toda la historia completa cuando empiezan a escribirla y los ríos, desfiladeros o bestias inmundas con los que se van cruzando ya los tienen en su mente antes de escribir". Y añadió: "Yo, sin embargo, no escribo con mapa sino con brújula, que no quiere decir que lo haga a ciegas sino tal vez sólo a tientas, de tal manera que los ríos, desfiladeros o bestias inmundas los voy descubriendo también yo mientras avanzo en la historia".

La "brújula" de Marías le conduce por un camino determinado, pero no por ello exento de descubrimientos. El autor admite haber escrito algún cuento "con mapa y no con brújula, pero me aburrí mucho al escribir y no volví a hacerlo", comentó ayer.

Iwasaki comparó Tu rostro mañana con En busca del tiempo perdido: "Si Proust nos revela la importancia del tiempo perdido-dijo-, Marías nos descubre el valor del tiempo no percibido". Otros críticos la han comparado con el Ulises de Joyce, en tanto la novela cumbre del escritor irlandés transcurre en un sólo día y la del autor español en apenas dos, y ambas encierran una reflexión sobre el paso lento del tiempo.

Tu rostro mañana iba a cerrarse inicialmente en dos volúmenes, pero Marías no pudo asegurar ayer siquiera que la obra vaya a concluir en el tercer tomo, como anuncian las solapas de Baile y sueño, y se prorrogue, incluso, con nuevas entregas. "Lo puse porque me lo pidió el editor y para animar a los lectores pero ya sé que la contraportada no suele leerse y que nadie me va a exigir cuentas por eso".

Precisamente fue esa aversión suya a los libros largos lo que le llevó a dividir esta novela, que alcanza ya las novecientas páginas, por lo que recordó que en principio pensó: "A quien no le guste el primer tomo que no compre el segundo". Otro motivo fue que se inspira en dos personajes reales, su propio padre, el filósofo Julián Marías, víctima de una delación calumniosa al término de la Guerra Civil, hecho que sirve de arranque a Tu rostro mañana, y el hispanista de Oxford Sir Peter Russell -en la novela Sir Peter Wheller-, los cuales cuentan con 90 y 91 años, respectivamente.

Superstición

La avanzada edad de estas personas le hicieron pensar al autor en la "falsa superstición" de que el interés por el desenlace de la obra les ayude a seguir con vida varios años más. "A Sir Peter Russell lo visité este verano en Oxford, donde vive, y lo encontré incluso mejor que cuando publiqué la primera entrega, hace dos años. Recuerdo que me dijo que se había vuelto a sacar el carné de conducir a los 91 años", dijo.

A su padre, al que visita una vez a la semana, también lo ha visto animado con la trama de la novela, aunque ya no puede leer por sí mismo.

El escritor admitió que los dos relatos sobre la Guerra Civil que se incluyen en este segundo tomo tienen una base real y parten de dos historias -dos atrocidades- que les escuchó a familiares suyos, pero que los personajes que los protagonizan en su libro son totalmente inventados.

También desmintió que el personaje del escritor falangista que luego deja de serlo sea una mezcla de Cela y Torrente Ballester, al asegurar que "no es que tuvieran actuaciones muy dignas después de la Guerra Civil, pero ninguno cometió ninguna atrocidad".
Sobre particularidades de algunos personajes suyos que remiten a escritores actuales, el escritor aseguró que "no señalo a nadie real, aunque elementos sueltos puedan recordarnos a alguien".

"De las cosas más ruines y más bajas" calificó Marías la delación, algo que "hoy en día no parece estar muy mal, pero en mis tiempos estaba muy mal visto ser chivato; incluso entre la gente con menos principios se respeta ese principio; los arrepentidos tal vez ayuden a la Justicia pero, como figura personal, es dudosa y lamentable", señaló en alusión al arranque de su novela, inspirado en la delación que sufrió su padre por parte del que había considerado su mejor amigo, lo que le llevó a la cárcel durante unos meses y a ponerle en serio peligro recién terminada la Guerra Civil.


JESÚS ÁLVAREZ
ABC
Sevilla, 26 de noviembre de 2005
Foto: Rocio Ruz

Javier Marías: "La literatura es el espacio de la complejidad"


Javier Marías (Madrid, 1951) inauguró ayer el ciclo "Ficciones en el Paraninfo", organizado por la Universidad y el Gobierno de Aragón. Y habló de la segunda parte de Tu rostro mañana (2 Baile y sueño).


Javier Marías se quedó un poco perplejo ante la grandiosidad formal del Paraninfo. El salón estaba lleno para escuchar al novelista madrileño, nacido en 1951, que inauguró el ciclo "Ficciones del Paraninfo" con la presentación de la segunda parte de su proyecto narrativo Tu rostro mañana, titulado 2 Baile y sueño (Alfaguara).

La profesora Cristina Giménez recordó que era un firme candidato al premio Nobel y Marías, con humor, dijo que ese galardón lo había pedido para él el crítico Marcel Reich-Ranicki desde su programa de televisión, pero que también le advirtió "a los cuatro escritores para los que lo he pedido no se lo han dado". Risas.

Y el escritor, zurdo, con su insignia de Shakespeare en ojal, se metió en harina: habló de la relativa importancia de sus impactantes frases iniciales ("No debería contar uno nada", dice en 1 Fiebre y lanza; "ojalá nunca nadie nos pidiera nada", en 2 Baile y sueño), y abordó los asuntos básicos de su doble propuesta: la Guerra Civil, la violencia, el tiempo, ese "tiempo que permite comunicarse a los vivos y a los muertos", tal como señaló, "enigmáticamente", su admirado Juan Benet, y "sobre todo el miedo".

"Narro dos episodios de la Guerra Civil, que oye el padre del narrador, inspirado en mi propio padre. Aquí no es protagonista directo como ocurría en la primera parte, e intento reflexionar sobre la violencia real, la violencia vista desde la televisión, que adquiere ciertos caracteres de ficción o de lejanía, y muy particularmente sobre la violencia oída en un relato, que a veces es muy impactante", y opera como un fogonazo obsesivo en la conciencia. Javier Marías también reveló uno de los episodios más impresionantes del libro que transcurre en un retrete, donde un personaje parece que va a matar a otro con una espada. Esa escena, que en la vida real duraría apenas diez o doce minutos, se dilata durante muchas páginas; Javier Marías la vinculó con el capítulo del Vizcaíno del Quijote y con el concepto del tiempo que quería manejar. Reflexionó acerca de la fugacidad del presente, de que todo se convierte de inmediato en pasado y olvido. "Creo que el miedo es una de las mayores fuentes de energía y a la vez también existe el miedo que paraliza".

Señaló que su personaje Jacobo Deza no es un visionario, aunque sí posee "la naturaleza del pronóstico. Todos vemos más de lo que decimos, estamos capacitados para leer en los rostros, para adivinar cosas de los otros, tenemos esa capacidad pero no la ejercitamos. En el fondo, Deza es un traductor de vidas". Javier Marías -traductor, también, de Isak Dinesen, Sterne, Conrad o Faulkner, y editor- confesó que él había sido un gran lector de sus contemporáneos, pero que ahora lo es menos.

"Lleva mucho tiempo y se pierde mucho tiempo, y este proyecto me exige mucha dedicación. Al escribir no pienso nunca en un lector determinado, creo que puedo ser leído por nadie en particular y por todos en general. Escribo para madurar y no tener jefes. Y para perder el tiempo. En una novela el escritor puede tomarse el tiempo que quiera, dilatarlo hasta el infinito. Vivimos en un mundo cada vez más rápido en el que los políticos hablan cada vez más por lemas, del tipo "ustedes no tienen proyecto". La tendencia es utilizar una sola frase, vacua o no, pero sencilla. Y la sociedad no es sencilla. La vida y el hombre y la sociedad son muy complejos, y la literatura es el espacio de la complejidad".

El narrador y el novelista

Dueño de un estilo muy especial, laberíntico en ocasiones, repleto de estructuras y subordinaciones, casi como un edificio arquitectónico, aceptó que sus artículos de prensa eran más fáciles de leer, más claros, menos exigentes con el lector. "Los artículos los escribo como ciudadano. Me dirijo a un tipo de lector concreto, casi de suplemento dominical, donde emito juicios, a veces arbitrarios o exagerados porque si no, no me divierto, pero el novelista no es un ciudadano exactamente -lo es en cuanto que puede tener una ficha policial, que paga a Hacienda, etc.-, pero en la novela no es el terreno de los juicios o de las opiniones, ni debe haber moralina, moraleja o lecciones. Como decía Faulkner, y retomó Benet, que tanto lo admiraba, un fósforo que se enciende en medio de la oscuridad no sólo te permite ver algo, sino que expresa cuán inmensa es la oscuridad. La literatura ilumina la penumbra, alumbra la esfera de la vida". Desmintió que el escritor sea vulnerable o pudoroso ante los demás, "en mi obra quien cuenta es un personaje de ficción". Había pasado una hora y media, larga, larga. Javier Marías se dispuso a firmar, con la zurda y con pluma, 2 Baile y sueño (Alfaguara). La cola se alargó casi hasta la entrada.


El Heraldo de Aragón
1 de diciembre de 2004
Foto: Esther Casas