Md, 30-1-02.

Querida Montse:

Gracias por tu envío y tus buenos deseos. He mirado lo del libro de visitas, y por una vez, y sin que sirva de precedente, me animo a mandarte unos cuantos comentarios o respuestas que puedes colgar. Para que no se diga que mi interés por quienes me leen y animan es nulo, y también para ver si aclaro de una vez por todas tres o cuatro cosas.

Por cierto, cuarenta y cinco mil visitas a mí me parecen muchísimas, y si lo son o no en verdad lo sabrás mejor, supongo, si comparas con las de otras webs de escritores y no con las porno, ¿no? Bueno, ahí va, voy contestando y comentando al vuelo, brevemente, claro está:

Un abrazo,

Javier M.

 

 

+++++++++

 

- Mil gracias por los mensajes de ánimo, que en los últimos tiempos no me sobra, a la hora de escribir. Este país, y en concreto su "oficialidad" literaria (no me refiero meramente a la estatal), agotan a cualquiera, y desde luego a lo que no ayudan es a seguir. Hace tres años y medio que no publico una novela nueva, lo cual debería contribuir a que buena parte de esa oficialidad se olvidara un rato de mi existencia, lo mejor que le podría a uno pasar. Pues no señor. Tal vez si dejo pasar otros tres y medio…

- Gracias también a los "revertitas" que se han acercado a mis libros con buenos ojos. Autores muy dispares pueden gustar por igual, desde luego. Por fortuna, en la literatura no hay incompatibilidades. Recomiendo a quien sienta curiosidad la correspondencia entre Robert Louis Stevenson y Henry James, dos escritores que a primera vista parecerían alejados entre sí (La isla del tesoro y El retrato de una dama reflejan mundos opuestos, en todos los sentidos, por ejemplo), y que sin embargo se estimaban muchísimo, como se ve en sus cartas, tanto literaria como personalmente.

- Lo de El monarca del tiempo lo doy ya por zanjado, y me permito recordar que tres de sus cinco partes están reeditadas en otros libros míos. Darlo de nuevo a la imprenta, tal como fue, me parecería un acto de excesiva vanidad cuando resulta que ni la concepción de ese libro ni -en parte- su estilo me satisfacen ya. No me tentaréis.

- Lo del Nobel… No seré tan hipócrita para decir: santo cielo, y nada más. Ha sido concedido a escritores tan buenos y tan malos que cualquiera y nadie lo podría merecer, no es esa la cuestión. Es más bien un asunto de ingenuidad por parte de quienes tan optimistamente y con excesiva fe hablan de algo así. Entre otras cosas (pero no es la única), porque yo imagino que nadie que no sea académico de la Lengua Española lo podrá jamás obtener, en nuestro país (de Academia a Academia y demás, lo que se llama esprit de corps), y eso yo jamás lo voy a ser. Por otra parte, precisamente en Suecia sólo se ha traducido una novela mía, y sin pena ni gloria, que yo sepa. De modo que… lasciate ogni speranza, como dijo el Dante.

- A quien me da las gracias, entre otras cosas, por seguir "fumando y bebiendo", le diré que de nada y que gracias a usted. Pero beber, la verdad es que bebo poquísimo (alcohol, se entiende).

- Mi próxima novela. Cuándo y demás. La estoy escribiendo, no sé cuándo la acabaré ni por tanto cuándo la publicaré o si la publicaré. Porque siempre cabe la posibilidad de tirarla al fuego, si uno no queda suficientemente satisfecho. Y si uno no lo estuviera, ¿quién lo podría estar? Pero si todo va con normalidad, tal vez la terminase para el verano, y en ese caso quizá pudiera salir para Navidad. Son sólo posibilidades. Uno nunca sabe cuánto tiempo le llevará un libro, ni qué extensión exacta va a tener. Y desde luego me tomaré el que crea necesario, no he corrido en mi vida por ningún motivo y no lo haré. Además, será extensa, seguramente la más extensa hasta ahora, es decir, más que Mañana en la batalla piensa en mí, que es la más larga hasta la fecha. Tampoco se me ayuda mucho desde fuera a mantener la continuidad y la concentración. Esto mismo que hago ahora, en cuya tentación he caído, ya me está apartando de lo que yo suelo llamar "mis líneas" (no les doy otra categoría mientras el libro está sin acabar). Me anima y me halaga la impaciencia de algunos. Por fortuna no me hace sentir ninguna "responsabilidad" adicional.

- Televisión. Raro es que yo aparezca. Nunca -nunca *, he sido invitado a los programas de libros de TVE. Pero si lo fuera un día, no aceptaría, porque no aparezco en la televisión estatal, nada quiero de ella. Tampoco me gusta el medio en general, así que ya digo, difícil será…

* ya tiene mérito.

- Quienes han oído mi voz en la radio… a alguien le soné como "un chico pijo de Madrid", lo cual me hace pensar que ese alguien no ha oído apenas a los pijos de mi ciudad (gracias por lo de "chico", de todas formas).

- Lamento el despido de "No lo sé".

- El puesto de bufón de Redonda está muy solicitado. Tanto que de momento no hay. Y además, no vi yo nunca muy bien ese cargo, digno de señoritos, el tener a un bufón. Y una cosa es un "rey" republicano y otra un señorito, creo yo.

- No me prodigo mucho en El País en los últimos tiempos porque estoy con mi novela, y eso no deja tiempo para casi nada más. Tampoco está muy simpático, últimamente, El País… Allí, desde luego, no creo que se me eche en falta.

- Corazón tan blanco ha sido ya contratada para una película basada en ella, y por tanto nadie podría hacer nada en cine a partir de ella, ni siquiera de una escena. Así es la vida, señor Jorge.

- Comparto la opinión de "Igsot", que no entiende tantas loas. Yo tampoco, aunque las agradezca, faltaría más. A todos nos cuesta ver mérito en lo que hacemos (bueno, hay a quien no), precisamente por haber sido capaces de hacerlo. Es lo que yo suelo pensar: "Si he logrado escribir esto y esto, es que no era tan difícil". Más o menos, espero que se me entienda. Nada tiene que ver con la modestia, es simplemente que uno admira sobre todo lo que no se siente capaz de hacer.

- A Coetzee lo descubrió en España Manuel Rodríguez Rivero, que se encargó de publicar algunas obras suyas en Alfaguara, en los años 80. Benet lo leyó ahí, y luego, casualmente, se conocieron en persona. Pero yo no tenía por qué mencionar nada de eso con motivo del I Premio Reino de Redonda, porque fue resultado de las candidaturas de los miembros del jurado. Yo no formé parte de éste siquiera, así que ese resultado jamás pudo ser presentado como "mérito" mío.

Ah, Coetzee no es australiano, sino sudafricano.

- Preferir a casi cualquier escritor antes que a Proust es, desde mi punto de vista, un sacrilegio. Si encima el escritor preferido está vivo (y por tanto no se sabe aún si no se convertirá en un desastre cualquier día) y en muchos aspectos es un ingenuo (lo conozco yo), entonces se entra ya en la categoría del delirio. Con todo, y como no soy ingrato, agradezco el delirante cumplido.

- No, no hay posibilidad de ponerse en contacto conmigo directamente, a través de esta web. Esta vez es la primera y última excepción (ya llevo demasiado rato sentado a la máquina y es tarde y tengo sueño…)

- Respecto a mis dos artículos sobre los animales, en fin… Si uno hace un esfuerzo por afinar, matizar, explicar, razonar, se le cae el alma a los pies al ver que muchos lectores no están dispuestos a eso en modo alguno. Ya el hecho de hablar de los "derechos" de los animales, después de lo que expliqué al respecto (y de sus "deberes"), da una idea de la desatención. Gajes del oficio, tampoco he de quejarme.

- Kundera. Un error. El narrador (no yo) dice eso porque resulta demasiado tópico, demasiado estudiado, que Berta aparezca en su vídeo con un libro suyo, en años en que además estaba particularmente de moda. Eso es todo. Presentarse con un libro mío sería seguramente también "un error".

- Nunca (¿nunca?) habrá una "señora de Marías Javier" (la hubo de Marías Julián y las hay de Marías Miguel, Fernando y Álvaro). Las señoras, además, tienden a convertirse en viudas, y crear una viuda no me parecería bien. Se vive muy bien fuera del matrimonio, créanme. Y todas las novias que he tenido en mi vida han sido lo bastante inteligentes (de hecho inteligentísimas) para no desear desposarme.

- Por último: parece estar tan bien hecha esa web que tendré que visitarla por fin un día en casa de alguna amistad. Mil gracias a Montse Vega (a quien apenas conozco, por cierto), por tanto esfuerzo y tanta atención.

 

Saludos redondinos,

Javier Marías