Nunca imaginé el éxito de Corazón tan blanco

 
 

 

La primera edición de Corazón tan blanco salió al mercado hace ahora diez años. Era la quinta novela de Javier Marías y sus dos anteriores obras, Todas las almas y Mientras ellas duermen, le habían consagrado como un gran autor. Con Corazón tan blanco (inicialmente Anagrama y ahora en Alfaguara y en Punto de Lectura, en bolsillo) consiguió el Premio de la Crítica en 1993, el Prix L'Oeil de la Lettre en ese mismo año y el Premio Internacional de Literatura Impac de Dublín en 1997. Pero el auténtico premio ha sido el número creciente de lectores que se siguen interesando por esta obra y que en este momento superan el millón y medio en todo el mundo.

 
 

Pregunta. ¿Imaginó en algún momento que Corazón tan blanco iba a tener un éxito así?

Respuesta. Nunca se piensa en esas cosas. Es verdad que se ha publicado en muchos países y en muchas lenguas. En algunos ha arrasado, como en Alemania, pero en otros ha pasado sin pena ni gloria.

P. ¿Se refiere a Estados Unidos?

R. No. En EE UU se distribuyó una edición británica hace años y tuvo buena acogida. En edición americana se ha publicado hace un año más o menos. Pero cuando hablo de indiferencia me refiero a Noruega, Dinamarca. En los países nórdicos se ha vendido la primera edición, que sería modesta, y nada más. Era lo previsible que ocurriera con un libro extranjero. Lo de Alemania ha sido un caso excepcional porque allí ha vendido muchos más ejemplares (por encima del millón) que en español (alrededor de 350.000). En Francia se habrán vendido 40.000.

P. ¿Por qué cree que este libro ha conseguido tantos lectores?

R. En español puede que Mañana en la batalla piensa en mí haya tenido tantos lectores como Corazón tan blanco. En Italia, Mañana en... se publicó el primero y digamos que la gente me descubrió más con ése que con Corazón... Pero es cierto que, en conjunto, Corazón tan blanco es mi libro más leído. Pero, para que se haga una idea de lo que yo esperaba, recuerdo que cuando se iba a publicar, por primera vez en español, durante la contratación se me ofreció llevar el 10% habitual y un 12% a partir de los 20.000 ejemplares. Me pareció inimaginable. No acepté esa oferta y firmé con Anagrama, porque yo he sido muy leal y muy fiel a ellos. Eso da una idea de las expectativas que yo tenía.

P. ¿Qué cuota de responsabilidad tiene el crítico alemán Reich-Ranicki en este éxito?

R. Le estoy muy agradecido porque es un hombre muy vehemente en lo que defiende. En el programa de televisión en el que defendió esta novela también fue sorprendente el hecho de que los cuatro contertulios que participaron estuvieran de acuerdo. Me alegré de que hiciera una apuesta tan arriesgada diciendo cosas tan encendidas como las que dijo. Aunque la novela ya había tenido buenas críticas, está claro que un programa de televisión, y ése en concreto, tiene un efecto importantísimo.

P. ¿Se han llegado a conocer personalmente?

R. Sí, un año después de emitirse ese programa, durante la Feria de Francfort. Le visité en su casa. Tuvimos un encuentro en el que hablamos en inglés, pero me pidió usar el alemán para decirme algo que quería transmitirme sin ningún error.

P. ¿Qué le dijo?

R. No sé si está bien contarlo, pero bueno, me vino a decir que durante sus muchos años de crítico había habido ocasiones en las que había tenido sus dudas sobre su trabajo por los disgustos que trae consigo la crítica. Me aseguró que había tenido la tentación de abandonar y pasarse al otro lado como muchos colegas, pero que había ocasiones en su vida en las que el descubrimiento de un libro, como había ocurrido con el mío, le demostraba que había valido la pena toda su carrera de crítico.

P. Lo cierto es que, pese a su histórica frialdad hacia la crítica, en el caso de Corazón tan blanco ha salido beneficiado. ¿Cómo es su relación actual con los críticos?

R. La verdad es que ahora mismo no tengo mucho juicio, y conste que he sido gran lector de crítica. Es un género que me interesa en sí mismo desde que era muy joven. Por ese concepto elevado que tengo del género he dicho muchas veces que la crítica está en estado crítico y lo único que puedo decir es que se me han quitado las ganas de leerla en España. Y me temo que no soy el único.

P. Hace varios años se habló de llevar Corazón tan blanco al cine. ¿Se hará?

R. Era una productora con base alemana, Schlemmer. Pero todavía no se sabe nada. Pronto se cumple el plazo para ejercer el derecho. Su idea era hacer una película con presupuestos internacionales. Yo me reservé la posibilidad de poder intervenir en el nombre del director.

P. Escaldado por la experiencia de Todas las almas (El último viaje de Robert Rylands, 1996).

R. Pensaba más en el derecho de poder evitar que la dirija alguien como Lars von Trier, por ejemplo, una de mis bestias negras del cine. Se ha hablado también de Milos Forman, pero no hay nada de verdad en marcha. Hubo una oferta francesa, pero querían que firmara que durante 70 años no se pudiera hacer ninguna otra película basada en la novela. Las cosas del cine tienen exigencias muy extravagantes. Creo que vienen del cine americano, que a su vez proceden del mundo literario. Yo tuve ofertas de edición americana que rechacé porque ellos adquieren el derecho sobre tu obra durante toda tu vida y 50 años después de tu muerte. Me parece esclavismo puro y dije que no. Se ha mejorado, pero persisten los abusos de los empresarios.

P. ¿Es Corazón tan blanco la novela que más le ha acercado a los lectores?

R. Puede que sí en el sentido de que mucha gente se ha sentido identificada con lo que ahí se contaba. Muchos me decían que ahí se reflejaban cosas que ellos pensaban, pero que no habían sabido expresar. Es un libro en el que el lector se ha sentido involucrado. Cuando se publicó (que, por cierto, no le hicieron ni presentación) llevaba unos anuncios en los que se decía algo así como 'una novela sobre el secreto y su posible conveniencia'. Trata de la persuasión, la sospecha, el matrimonio, cosas que pueden ser comprendidas por todo el mundo. El elemento del secreto lo tenemos y lo padecemos todos en el sentido de que no a todos contamos todo ni a todos lo mismo. Hablo de secretos domésticos, no de grandes tramas ocultas.

P. Puede que, sin buscarlo, tenga todos los elementos que cocinan un best seller.

R. La verdad es que fue bien acogido por la crítica. Luego se ha mantenido a base del boca a boca sin estar concebido como un libro para vender más allá de lo habitual. Hace 10 años los libros españoles partían con un cierto handicap, por provenir de un país que salía de una dictadura y del que sólo se había hecho caso a una determinada literatura muy militante o muy tramposa. Recuerdo que en algunos países donde luego se publicó este libro, varios editores lo calificaban de poco español por carecer de elementos folclóricos.

P. ¿Ha podido controlar las traducciones?

R. En los idiomas que domino sí y he ayudado cuando el traductor me lo ha pedido, pero en general no se puede. Supongo que en coreano sonará estupendo, pero es difícil de supervisar. La traducción alemana fue muy elogiada y he tenido suerte. Lo importante es que el traductor se sienta contagiado por el ritmo de la prosa del autor original.

P. ¿Hablamos de la novela en la que está trabajando?

R. En un par de meses sabré si la novela es muy extensa o poco. Creo que se me va a ir a más de 900 páginas y en ese caso serán dos volúmenes. Me parece una descortesía sacar algo demasiado voluminoso. Ha habido muchos libros en varios volúmenes: El cuarteto de Alejandría, El señor de los anillos, El hombre sin atributos...

P. ¿Tiene ya el título?

R. No. Lo pongo siempre al final.

P. ¿Puede contar algo del argumento?

R. No. Está bueno el panorama. Si son capaces de plagiar hasta las cosas impresas, imagine cuando algo está todavía en proyecto.

 
 

 

 
 

Ángeles García

Ilustración: ©SCIAMMARELLA

El País, domingo 12 de mayo, 2002