El éxito de mis libros me sorprende, porque siempre me he considerado un ‘outsider’

 
 

 

Macbeth vuelve de asesinar al rey Duncan; lady Macbeth contempla sus manos ensangrentadas y le dice, cómplice: "Mis manos son de tu color; pero me avergüenzo de llevar un corazón tan blanco".

Mañana aparecerá en las librerías Corazón tan blanco, novela de Javier Marías, una historia de uxoricidas en potencia y traductores intérpretes que van huyendo a los recuerdos y al descubrimiento del crimen de continente en continente, de congreso político a reunión de diplomáticos. Sombras de desconocidos, conversaciones en la habitación de al lado, confusión de identidades, viajes a ninguna parte, secretos que no se quieren revelar, y revelación: es la más larga de las seis novelas publicadas hasta ahora por este escritor madrileño, cuyo nombre ha ido ganando voluntades de los críticos y literatos españoles y de los editores extranjeros desde que El hombre sentimental fue galardonado con el Anagrama de novela. En la misma editorial aparece Corazón tan blanco.

 

 
 

Usted es de esos novelistas que no se resignan a narrar hechos o, historias desnudas, las lleva paralelas o envueltas en una reflexión. En esta ocasión, sobre la conveniencia de preservar los secretos. ¿Es así?

De eso trata el libro, es uno de sus asuntos principales. Una de las cosas que más le horroriza a los escritores es la existencia de los secretos, y, personalmente, yo los detesto. Porque creo que saber salva. De eso o contra eso es contra lo que se escribe.

 

Pero ¿hay algo más fastidioso que un individuo que va "con la verdad por delante"?

Pocas cosas, pocas cosas. El drama es que el secreto es repulsivo, pero si no lo guardamos, no hay convivencia posible. Hay que convivir con ello. Como con un imperativo categórico. Mi novela es una representación de esta cuestión.

 

Una de las canciones que usted, de joven bohemio, cantaba en la calle, tenía una maldición especial: "Ya no tienes ni secretos que ocultar", decía. ¿Qué le parece?

Pues, señor, he olvidado esa canción. Pero lo que dice ese verso no pasa nunca. Por mediocre que sea la vida de uno, hay una dimensión desconocida y misteriosa en cada persona, somos secretos, aunque no queramos.

 

La novela, trata también sobre lo que hay de asesinato en el matrimonio. ¿La pareja es la muerte del individuo?

No es el motivo explícito del libro, pero hay reflexiones bastante claras al respecto. En el matrimonio, el que era solo ha sido abolido, aniquilado. Se pretende que la personalidad del que se enamora deje de existir, para convertirse en la mitad de un tercer y nuevo ente. Pero eso son las reflexiones del narrador, no las comparto plenamente.

 

Un hombre en una ventana mira a otro hombre que está en la calle: es un "ritornello" en este libro, y frases que se repiten idénticas en contextos diferentes...

En música, lo que produce una emoción más honda es la repetición: cuando hay resonancias, ecos, la reaparición no totalmente exacta del tema, que se reconoce. También se puede aplicar a la prosa, y de hecho es de las pocas cosas que ésta puede tomar de la música.

 

¿A qué viene la andanada de desdén que, sin venir a cuento, le echa a Kundera?

Viene a cuento por "exigencias del guión": en una escena tópica y convencional, aparece un libro tópico y convencional... En realidad hay cosas que me gustan de ese escritor, pero lo considero sobrevalorado. A veces me irrita, porque se pone muy por encima de sus personajes.

 

El elemento cómico del libro está en la conversación entre dos políticos de países democráticos (Gran Bretaña y España) que lucubran sobre lo poco que el pueblo les ama, y cuánto más les querría si gobernasen dictaduras. ¿Cree que ese pensamiento es consustancial al hombre político?

Sospecho que sí. Un dictador llena plazas, arrastra devociones. Un demócrata, mociones de censura. La verdad es que, para mi suerte, no he tratado a muchos políticos, no sé qué piensan, ni si piensan mucho. Pero creo que sí, que la cosa se trata de que los súbditos les acaben queriendo, a base de costumbre, a base de votos...

 

Un sondeo de El País le retrató como uno de los escritores mejor considerados por los escritores y críticos.

Sí, es curioso, yo me he considerado siempre un "outsider". Esas opiniones me halagan, por supuesto, pero soy escéptico respecto a las listas e inmune a la vanidad. Creo.

 

¿Qué proyectos tiene?

Estoy concluyendo otro libro, para publicar en mayo. Textos a medio camino del ensayo y la ficción. Vidas escritas, se llama. Cuento vidas de escritores conocidos como si fueran ficciones. En el fondo, así es cómo nos gustaría a los escritores que se nos describiera.

 
 

 

Ignacio Vidal-Folch

La Vanguardia, 20 de febrero de 1992