Javier
Marías acaba de recopilar un delicioso libro de artículos
de temas futbolísticos: Salvajes y sentimentales.Letras de fútbol
(Aguilar, Madrid). El fútbol es para Marías, "la recuperación
semanal de la infancia", y al hilo de esta recuperación desfilan
por estas páginas los jugadores míticos de aquel inolvidable
Madrid de Di Stéfano (a quien yo vi marcar un gol de tacón
en el viejo Heliópolis), Kopa, Puskas, Rial, Gento y varios fenómenos
más, junto con otras secuencias pasadas y presentes del Real
Madrid republicano y no franquista, que así lo recuerdo yo
en labios de mi padre: el equipo del régimen era el Atlético,
que llegó a ser el Atlético Aviación, aunque esto
parezca hoy inverosímil y pese al Real, pero uno recuerda todavía
el extraño clima que rodeó el final de una Liga hacia 1951,
cuando el Atlético le ganó al Sevilla un campeonato con
un gol conseguido tras un cetntro desde fuera del campo. Los republicanos
(y Javier Marías ha avivado en esto mi memoria) sentían
respeto y ninguna aversión por "el Madrid", así
a secas, como "el Betis" (no "el Real") o "el
Donostia" (no "la Real Sociedad"). Miguel García Posada El País |
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En
el prólogo a Salvajes y sentimentales, Paul Ingendaay opina
con acierto que Javier Marías ha escrito el más personal
de sus libros. No podía ser de otro modo para alguien que ve el
fútbol como "la recuperación semanal de la infancia".
Salvajes y sentimentales reúne 40 momentos de militancia
futbolística en los que no priva otra objetividad que la pasión.
En esta vibrante bitácora, los diagramas tácticos de los
entrenadores resultarían tan absurdos como un plano para anudarse
la corbata. Marías no pretende analizar una actividad que
mucho tiene de milagro: "Mientras veía el partido no era capaz
de ecuanimidad alguna". Si los técnicos de vocación
retórica (Menotti, Helenio Herrera) sueltan abstractos filosofemas
sobre los modos de patear balones, los escritores curtidos en las canchas
y en las tribunas ven el fútbol como una lección de vida
cotidiana. De acuerdo con Bioy Casares, la mejor forma de adquirir un
temple ante la adversidad es ser hincha de un club perdedor. Cada equipo
conlleva un destino: los masoquistas de látigo afilado escogen
escuadras que en los malos días sólo pierden 7 a 0 y los
que desean domingos fáciles apoyan oncenas de rutinario poderío.
Forofo del Real Madrid, Marías registra sus días de corazón
tan blanco y la peculiar noción de triunfo de una tribu que ha
hecho de la victoria una sufrida obligación. Aunque también
se ocupa de dos mundiales y del Numancia, equipo entrañable, semiperdido
en el silencio y el frío de Soria, Salvajes y sentimentales
pone énfasis en el temple madridista y la terrible y apasionada
condena de ganar siempre y, de preferencias, contra el demonio vestido
de blaugrana. La pieza maestra de este prontuario del fervor futbolístico,
El equipo más dramático, rinde homenaje al archivillano
que nutre la furia merengue: "Para el aficionado español
al fútbol, nada hay comparable a ver saltar a los dos equipos,
siempre con sus primeros uniformes, a Chamartín o al Camp Nou;
y en cuanto el balón se pone en juego, tenerle pavor al otro cada
vez que avanza, y sentir a los contrarios peligrosos y malvados, y disfrutar
también con ese miedo, con la amenaza de la humillación
y el desastre, tanto como con la promesa de triunfos inolvidables. Qué
sería de nosotros sin ese castigo y ese premio posibles, sin esa
horrible incertidumbre. Así pues, y lo digo de veras porque lo
digo con puerilidad y egoísmo: larga, larga, larga vida al Barça".
¡Pocas cosas tan difíciles como merecer un enemigo emocionante
y duradero! En su vertiente de cronista, Marías escribe las frases
cadenciosas que componen el tejido musical de sus novelas, pero de protno
inventa una pausa, amaga un lance, da con una salida imprevista. Aunque
por azar también lo sea en la vida, desde el punto de vista futbolístico
es definitivamente zurdo. Su estilo es el de esos jugadores que corren
en el último rincón del campo, los hombres salidos del espejo
que lanzan tiros al revés que muchas veces son goles. El sistema
de consonancias del novelista de Todas las almas cede un poco a
la improvisación y al gusto por el vértigo de los desaforados
que hacen equilibrio en la línea de cal. En este juego no valen
los obreros zurdos; a los virtuosos del pie izquierdo se les exige el
pase inopinado, la centella rápida y torcida. Fiel a este código,
Marías desdeña las jugadas fáciles y sólo
acepta las difíciles; adormece el balón, cuida la frase,
y cuando encuentra el hueco, suelta el epigrama sorpresivo: "El Madrid
hace tiempo que no es un equipo ingenuo, y por ello no merece ser destacado",
"una fuerza de choque semiaérea, cuando es justamente en el
semiaire donde no sólo no se ganan, sino que ni siquiera se libran
batallas", "un sujeto con perilla es un villano o como mucho
un psiquiatra". Juan Villoro El País, BABELIA 8 de julio de 2000 |
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