domingo, noviembre 04, 2007

JAVIER MARÍAS, EL REY


Isla mágica donde las haya, desconocida para muchos, pura leyenda para otros, Redonda es un pedrusco de escasa historia y sobrado encanto. Xavier I es su rey. Un mandatario sin corona a quien todos conocemos como Javier Marías (Madrid, 1951), escritor de éxito, traducido a más de 34 idiomas y publicado en 45 países, que acaba de publicar la novela Veneno y sombra y adiós con la que completa la trilogía Tu rostro mañana. Cuando se cumplen diez años de su reinado, Marías no puede menos que mirar con ironía el título de rey. Sin embargo, ha sabido alimentar la leyenda de la isla y convertirla en algo más que un trozo de roca escondida entre Montserrat y Antigua.

Inhóspita, pequeña y muda. Así permanece Redonda en medio del Mar Caribe. Apenas tres kilómetros cuadrados de terreno rocoso gobernados por un hombre culto que no figura en el Gottha nobiliario pero que puede presumir de corte. Pedro Almodóvar, Duke of Trémula; el ya fallecido Guillermo Cabrera Infante, Duke of Tigres; Frank Gehry, Duke of Nervión; Arturo Pérez-Reverte, Duke of Corso y Real Maestro de Esgrima; o hasta el mismísimo Francis Ford Coppola, Duke of Megalópolis, forman parte de su particular aristocracia. Además, como buen regente y hombre de letras, no dudó en crear hace algún tiempo, allá por 1999, un sello literario propio que incide en la existencia de este reino. Redonda también tiene bandera, por supuesto. Javier Mariscal se encargó de diseñarla. Y disfruta de lengua oficial, como cualquier país que se precie. A saber, el inglés -sus primeros monarcas fueron británicos- y el español, no sólo por ser el idioma de su actual regente sino también en un claro homenaje a Cristóbal Colón. Él fue su descubridor en noviembre de 1493, aunque no le dio ninguna importancia a su hallazgo.

La monarquía de Redonda es tan fantástica como la imaginación de su rey, Xavier I, quien mira con sarcasmo todo este cuento en el que se ha visto envuelto. "Es una historia divertida y graciosa, pero no me la puedo tomar en serio. Para empezar, yo soy republicano". Entonces, ¿cómo pudo llegar el que sin duda es uno de nuestros mejores escritores vivos a ostentar este título? Su curiosidad insatisfecha de literato tiene la culpa. Marías relató algunos de estos detalles en Negra espalda del tiempo.

Estamos en 1997. Javier Marías ha recogido en su libro Todas las almas la existencia de un poeta inglés llamado John Gawsworth, pseudónimo artístico de Ian Fytton Armstrong. En su paso por Oxford ha oído hablar de él y de la hermosa leyenda que lo rodea. "¡La historia era tan bonita!. Se enmarcaba en la línea de las historias de Kipling y de El hombre que pudo reinar", asegura el autor. Así que decidió investigar sobre el individuo para averiguar que había ejercido de Juan I de Redonda desde 1947 hasta 1970 y descubrir de esta forma su singular universo. Es entonces cuando el rey de Redonda en aquellos días, Jon Wynne-Tyson, harto de litigar por sus auténticos derechos sobre la isla antillana, se fija en Marías para cederle los trastos.

HISTORIA DE UN REINO FICTICIO

El origen de Redonda como reino nos traslada hasta 1865, cuando Matthew Dowdy Shiel adquiere la isla para regalársela a su hijo. Solicita de la reina Victoria el título de reino, que ésta concede con la única condición de que nunca suponga un peligro para los intereses políticos de los británicos. Vamos, mientras fuera un reino ficticio. Muchos no incluyen a Dowdy Shiel como monarca de Redonda, pero ciertos documentos parecen confirmar que utilizó el título de Mateo I. Su continuador y heredero fue Matthew Philips Shiel, su hijo, coronado en 1880 como Felipe I. En 1947 le sucedería un protegido suyo, escritor como él, John Gawsworth, Juan I de cara a la historia que nos ocupa. Definido por quienes le conocieron como "un poeta maldito", era "un escritor prometedor consumido por culpa del alcohol", declama Javier Marías con cierta tristeza. Murió a los 58 años como un clochard. Su afición a la bebida y su estado de continua bancarrota han traído hasta el día de hoy ciertos disgustos sobre el auténtico rey de Redonda de nuestros tiempos: vendió por dinero y en sucesivas ocasiones sus teóricos e inexistentes derechos a todo aquel que los pudo comprar. "De cara a los impostores, he adoptado la actitud que tendría la Reina de Inglaterra", manifiesta el escritor madrileño, conocedor de los problemas que los litigios trajeron a su antecesor. Cabe pensar que Gawsworth no supo estar a la altura. Porque la transacción no dejaba de ser absolutamente ilegítima en un mundo en el que la imaginación y la fantasía son sus principales baluartes. "A medida que el tiempo pasa, la ficción gana terreno a lo real". Marías lo tiene claro desde que Juan II de Redonda, o lo que es lo mismo, el editor y escritor John Wynne-Tyson le cediera el trono y los derechos literarios de los anteriores regentes a finales del siglo pasado. Invitación que nuestro escritor más notable de los últimos tiempos aceptó como parte del juego. "Me parecía apasionante mantener viva la memoria de anteriores reyes y la leyenda de la isla".

VALOR ESTRATÉGICO NULO

Esta es su principal obligación como monarca y legítimo heredero del título que ostenta. Pero, lo cierto, es que Marías es quien más ha hecho por una herencia que en principio sólo le permite conceder títulos sin valor nobiliario alguno. Los ha repartido con un exquisito criterio entre aquellas personalidades de las artes que ha considerado interesantes, lo que ha dotado a su reinado de un poder intelectual apasionante; lo ha reforzado con la creación de un sello editorial y un premio literario que bajo el nombre de Reino de Redonda nos acerca anualmente a los autores que la corte considera reseñables y que pasan, automáticamente, a formar parte de su aristocracia. Y todo esto, lo hace mirando desde lejos un título que no es capaz de poner sobre ninguna tarjeta de visita. De hecho, jamás ha pisado su reino "ni creo que lo haga nunca. Es una isla que siempre ha estado deshabitada y es de difícil acceso en barco". El barco es, de hecho, la única manera factible de acceder al islote. Y debe ponerse empeño. De ahí que durante los siglos XVII y XVIII supusiera un refugio privilegiado para piratas y contrabandistas. Su situación geográfica, por tanto, ha contribuido a reforzar el valor utópico de este reino.

Administrativamente, Redonda pertenece a otra isla, la de Antigua. Imaginativamente, a Javier Marías y a todo aquel que sepa entrar en su propuesta. Junto a la bandera y la lengua oficial, el reino posee moneda propia. Otra invitación al juego: dos piezas redondas que se ajustan como las de un puzzle, una dentro de otra. El italiano Alessandro Mendini, diseñador de Swatch, es su creador. Y Massimo Vignelli ha dado forma a un pasaporte internacional -carente de validez pero lleno de romanticismo- que le acredita como integrante de su reino.

También el arquitecto Frank Gehry ha aportado su granito de arena a este universo de sueños: ha dado forma irreal a un palacio onírico que nunca será levantado, al menos sobre el insigne Reino de Redonda. El propio autor lo ha definido como "un edificio para todo el mundo". Sobre el papel, podría pasar por un dibujo infantil repleto de colores, tan fantasioso como la gastronomía del lugar, que, por no decir inexistente, definen quienes forman parte de este paraíso lúdico como "espiritual". Ahí no termina todo. La corona de Redonda también tiene forma teórica, según las líneas de Helena Rohner, y un trono que debe sus formas a los lápices y la imaginación de Ron Arad. El himno ha sido un trabajo de recuperación que ha permitido dar sentido a una composición de 1949 de Leigh Henry. Y en el colmo de la ilusión disfrutarían de un transporte propio que no es sino una bicicleta diseñada para superar la especial orografía del lugar.

El escritor madrileño sonríe cuando recuerda la cantidad de personas que han solicitado un título nobiliario de Redonda. Muchos porque los habían perdido en su país de origen y se negaban a renunciar a él. Otros, por puro esnobismo. Incluso hay quien cree que podrían sacarle partido a esta roca antillana como paraíso fiscal. Casi todos, confundidos con la idea original del reino, convencidos de poder poseer un cargo nobiliario real y firme. Aún no saben que Redonda es el país de nunca jamás.

MARÍA DÍAZ GIMÉNEZ

Foto: Luis Rubio

Dominical, El Periódico de Cataluña, 4 de noviembre de 2007